¿Qué sabemos de Sarmiento más allá de su obsesión por la educación? Daniel Balmaceda recupera los valores de ese hombre emprendedor, apodado el «loco», que llegó al poder en medio de una guerra, con la prensa y su propio partido en contra, y que, a pesar de todo, logró convertir a la Argentina en un país atractivo para el mundo.
Sarmiento renunció a la masonería antes de asumir, vivió de prestado en casas de parientes y sufrió un grave atentado por parte del mismo bando que propició el asesinato de Urquiza. Cargó con la epidemia de la fiebre amarilla y la mayor tragedia naval de su tiempo. Completó su mandato en medio de una rebelión militar. Lo trataron de borracho, corrupto, inútil y anticonstitucional. Pero el contexto hostil no le impidió expandir los ferrocarriles y el telégrafo, promover la ciencia y la tecnología, impulsar el uso de maquinaria agrícola, concretar el primer censo y fomentar el crecimiento de las economías regionales. Aunque algo arrogante, altanero y soberbio, su inteligencia le permitió adoptar lo mejor del modelo norteamericano que tanto admiraba. Las cartas íntimas a su mujer, amantes y amigos, sus peleas con las maestras norteamericanas, la cuestionada visión del gaucho, la polémica por la supuesta entrega de la Patagonia y el mito de la Casa Rosada son solo algunas de las originales historias que pintan un perfil amplio, a veces ignorado y, sobre todo, cautivador, del presidente que torció el rumbo del país.
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